lunes, 30 de enero de 2012

3. Vivencias de xīn líng 心灵

xīn líng ha dispuesto su “pueblo” de una forma singular. Para ello ha tenido que bajar al garaje; la disposición de los edificios no tenía cabida a lo largo del pasillo. Pero vayamos al origen de este cambio.
En la calle, yendo a la escuela vio como una ola de color verde gritaba palabras al aire. Al rato, la espuma que creaba la ola gigante se iba encrespando e iba originando más olas de color verde.
Al salir de la escuela llevaba todavía la imagen grabada; pero, en vez de verde, la ola se había ido convirtiendo en los colores de la incomprensión.
Sin prestar atención a los rumores de la casa, salió disparada a su cuarto y se encerró en él. Acercó una silla a la ventana y se quedó contemplando el cielo unos instantes. Cerró los ojos y la penumbra la adentró por lugares cálidos del cerebro. Su angustia iba diluyéndose por caminos despejados. Y como si anduviera deslizándose por ellos y desembocara en un bosque plagado de árboles, así su espíritu iba leyendo las palabras que en ellos se decían: “Los colores simbolizan deseos y anhelos de los hombres. Cuando surge alrededor la indiferencia, los colores necesitan proclamarlo. No desestimes nunca la fuerza de los símbolos”.
Su “pueblo” sería diferente a como lo había imaginado hasta ahora.

 Para Teresa Parramón (mi hija)

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