jueves, 5 de abril de 2012

25. Vivencias de xīn líng 心灵

El silencio gritó, y dejó de respirar unos instantes. Un zumbido cargado de violencia, rechinó en su trayectoria y se estrelló a escasos centímetros de Juan, el maestro. El sol, que momentos antes teñía de blanco el aula, cerró sus párpados, y la clase se llenó de sombras. La escena quedó congelada unos momentos.
Xīn líng y Buku, contemplan atónitos cómo las nubes se resquebrajan y comienzan a expulsar resentimiento. Observan, en los ojos de Oscar y su madre, cómo se perfila, tenaz, la sombra tensada del miedo. Como si alguien, desde algún lugar del Universo, hubiera pulsado la tecla equivocada, y el mundo fuera distinto.
Oscar acudió en tromba a clase, como una piedra a la que arrastra la corriente. La excitación sumó varios grados. Una mirada de reproche provocó la furia y desencadenó la tormenta. El aire se detuvo. El estruendo de un timbre se encargó de descongelar la escena ya narrada.
Xīn líng contempla la elegancia de la noche y siente la protección de la luna, que se yergue bella y altiva. Con delicadeza penetra en el cerebro en busca de consuelo. Y, de la misma manera que las olas se encrespan al encontrar un obstáculo, y que, contra mayor sea éste, mayor será su fuerza. Las palabras, crispadas por efecto del entorno, se presentan exhibiendo toda su fortaleza.
Un mundo de sufrimiento y crueldad permanece oculto detrás de la violencia escolar. El niño es víctima, nunca verdugo. Sólo el amor es capaz de salvarlo.

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